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La emoción más poderosa.

Si alguna vez te enfrentaste a la pregunta “qué es aquello que te apasiona”, y no supiste qué contestar, te invito a leer esta nota.

Rescato muchos recuerdos de mi adolescencia escuchando música, de todo tipo: tango, jazz, candombe, rock, ópera, punk, siwng, tecno. Amaba las big bands, las trompetas, los solos de percusión.Encerrada en mi habitación, pasaba mucho tiempo cantando mis canciones favoritas y escribiendo letras. A los 17, junto con Caro, una de esas amigas imprescindibles en las épocas de rebeldía, pusimos un anuncio en el SI de Clarín. Buscábamos músicos jóvenes para armar una banda de ska. Así nació ‘Mafio y sus pandilleros’, proyecto que tuvo un recorrido fugaz pero también muy divertido. Motivos ajenos a mi voluntad me distanciaron de ese mundo creativo y fascinante: ‘tenía que trabajar y ser responsable’… ¡uf!

Era muy jovencita, pero la situación familiar así lo requería. La cosa se puso seria y el tiempo se encargó de guardar esos recuerdos en mi maleta de sueños inconclusos. Lo cierto es que mi temperamento y el modo de ver la vida, siempre me tendieron puentes hacia las distintas formas de expresión. Coqueteaba con el mundo audiovisual, con el teatro y con la danza. Pero mi relación más profunda fue siempre con la escritura.

Puedo asegurarles que ‘esas pasiones’ fueron un verdadero alimento para el alma. Sembraron una enorme cantidad de experiencias inolvidables. Además, me permitieron descubrir mis talentos, conocer personas increíbles y encontrar mi vocación.

Pero lo más loco que aprendí en todo esto, es que una vez que conectamos con nuestra pasión, por más que aparezcan obstáculos que nos distancien, más temprano que tarde volvemos a encontrarnos, y entonces nacemos de nuevo.

Ahora, dejando mi historia personal de lado, quiero contarles algunas otras cosas interesantes acerca de la pasión.

Empecemos por definirla: la pasión es una emoción intensa y duradera que experimentamos cuando algo o alguien nos interesa mucho, pero mucho. A decir verdad, es más que un simple interés, es una emoción que puede motivarnos y colmarnos de energía. Esa sensación de plenitud nos despierta un compromiso marcado hacia el objeto de nuestra pasión, y a menudo se acompaña de una sensación de alegría y entusiasmo.

Si observamos a la pasión desde la mirada sicológica, encontramos que está relacionada con la motivación intrínseca, esa fuerza interna que nos empuja a hacer algo por el placer y la satisfacción que nos proporciona, sin esperar recompensa alguna.

A su vez, al involucrarnos en algo que nos apasiona, sentimos que estamos contribuyendo a algo significativo y valioso, lo cual infunde un fuerte sentido de propósito y dirección.

El compromiso que establecemos con aquello que nos apasiona nos permite dedicarle un tiempo y un esfuerzo que de otro modo resultaría impensado. Nos volvemos persistentes, capaces de superar los obstáculos que se presentan en el camino hacia las metas vinculadas a nuestra pasión.

Si miramos lo que ocurre en nuestro cerebro, encontramos que la pasión puede desencadenar la liberación de neurotransmisores como la dopamina.  No es estoy exagerando si les digo que la dopamina nos hace humanos, porque todos los seres humanos necesitamos de este neurotransmisor para llevar a cabo funciones importantísimas. Por ejemplo, nos motiva a ser competitivos, a defendernos de un peligro o alcanzar una meta personal. Nos impulsa a encontrar la energía necesaria para resolver problemas. Regula el metabolismo, la cognición, el comportamiento y hasta nuestro estado de ánimo.

¿Y con qué tienen que ver las pasiones?

A menudo, lo que nos apasiona está alineado con nuestras habilidades naturales, con nuestros dones o talentos, y se vinculan con nuestra identidad personal. Es por esa razón que cuando una causa nos apasiona despierta un profundo significado en nuestra historia.

Las personas que admiramos o que han causado un impacto en nuestras vidas pueden resultar influyentes a la hora de encontrar nuestra pasión, inspirándonos a seguir su camino, y al mismo tiempo retándonos a encontrar nuestro particular modo de hacerlo.

¿Qué beneficios nos aporta conectar con nuestra pasión?

Sin importar en qué etapa de la vida estemos, conectar con nuestra pasión nos revitaliza, nos fortalece, nos aporta beneficios imprescindibles para lograr una buena calidad de vida, como:

  • Bienestar generalizado
  • Aumento de autoestima
  • Mayor productividad en las tareas que desarrollamos
  • Resiliencia
  • Reconocimiento
  • Relaciones auténticas y significativas
  • Reducción del estrés
  • Balance y equilibrio
  • Creatividad
  • Alegría
  • Realización

Ahora que ya sabes de qué sirve sumarle pasión a tu vida, te invito a que lo hagas, a que conectes más seguido con eso que tanto te apasiona. Y si aún no lo descubriste, te comparto algunos tips que pueden ayudarte en tu propia búsqueda.

Reflexionar.
Acerca de los temas que más interés despertaron a lo largo de nuestra vida. Probablemente encontremos algo que nos resultó muy atractivo, ya sea de manera constante o intermitente.

Analizar.
En qué somos buenos y qué habilidades disfrutamos al ponerlas en práctica.

Experimentar.
Realizando diferentes actividades, ya sea tomando una clase de prueba, haciendo un voluntariado, asistiendo a una charla o sumándonos a un proyecto que nos genere curiosidad.

Y aquí vuelvo a compartir algo personal: en mi proceso de búsqueda descubrí una actividad que me apasiona cuando me animé a participar de un workshop de tambor chamánico. Algunos de ustedes podrán pensar… ‘¿y eso para qué sirve?’… La verdad es que ni en aquél momento ni ahora pienso en la utilidad que pudo traerme, sólo sé que me dejé llevar por la curiosidad y algo del orden de la intuición. Y el resultado fue muy positivo: conecté con mi pasión por los instrumentos de percusión y el canto ancestral.

Observar el tiempo.

Podemos prestar atención a cómo experimentamos el paso del tiempo cuando realizamos ciertas actividades. Cuando hacemos algo que nos apasiona el tiempo pase muy rápido porque estamos completamente inmersos en ello.

Revisar.
Si guardamos cartas o algún diario personal de épocas pasadas, podemos volver a leerlos. Los diarios personales suelen ser un verdadero cofre de tesoros, quizá recuperamos el recuerdo de algo que en otros tiempos nos llenaba de entusiasmo.

Conversar.
Las personas que nos conocen bien o que desarrollan actividades en áreas relacionadas con nuestros intereses, pueden ayudarnos a encontrar alguna pista sobre algo que no teníamos en cuenta.

Investigar.
Hoy podemos encontrar libros, podcast, y artículos sobre temas que nos llamen la atención. Incluso leer sobre las experiencias y pasiones de otras personas puede inspirarnos a descubrir las propias.

Valorar:
A veces, la pasión está vinculada a los valores personales. En esos casos suelen llenar nuestra vida de propósito. Si revisamos nuestros valores quizá descubrimos que hay algo concreto que podemos hacer.

Ya vimos que hay varias maneras de descubrir qué cosas nos apasionan. Yo recomiendo probar un poco con cada propuesta, hasta descubrir cuál nos resulta mejor, y abordando la tarea como una verdadera aventura, porque no hay mejor plan que salir a buscar lo que nos motiva y nos hace felices.

Y ahora, de yapa, les doy un buen consejo: no sean tacaños con el tiempo que dedican a esta aventura ¡permítanse el ocio, el juego y la curiosidad!  Porque, en definitiva, no hay mejor plan ni aventura que salir a buscar eso que nos apasiona.

Roma Lanfranchini – Educación Emocional ┃ Comunicación Consciente

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