La idea de un mundo que permanentemente cambia resulta más fácil de aceptar cuando imaginamos ‘el cambio’ como algo que sucede fuera de nosotros, algo que podemos observar e intervenir si nos place hacerlo. Esta idea nos permite jugar a ser espectadores de un show en el cual la incertidumbre apenas nos roza, y si se pone intensa ¿Qué más da?… nos retiramos de la sala y damos por finalizado el espectáculo.
Lo cierto es que esos cambios globales nos atraviesan porque nos involucran como humanidad. Nos guste o no, llegan, y a veces de manera inesperada, incómoda o inoportuna. Podemos resistirnos por un tiempo a costa de esfuerzos y desgaste, pero tarde o temprano nos alcanza. Cuando el cambio asoma tenemos a mano una invitación a reformular nuestro camino, porque el cambio es condición inherente a la vida.
De unos cuantos años a esta parte la metafísica fue aportando respuestas a los interrogantes de cómo podemos mejorar nuestra vida, cómo salir de situaciones repetidas, cómo progresar y tener éxito en lo que hacemos. Fuimos aprendiendo a pensar en términos de ‘energía’ y ‘conciencia’, para poder comprender que la realidad en la que vivimos es producto de lo que pensamos, sentimos, creemos y elegimos. Entonces es importante decidir cómo queremos atravesar el proceso para comenzar a diseñarlo, del mismo modo que diseñamos un proyecto de trabajo o la construcción de la casa donde queremos vivir. Hay que animarse a salir de la caja y pensar en grande, encendiendo todas las luces de nuestro genio creativo.
Ustedes dirán… Pero ¿todo depende de nosotros? ¿y el destino? ¿y la suerte? ¿y las casualidades? Nada de eso resulta ajeno a nosotros, todo lo generamos con nuestros pensamientos: construimos el destino a medida que hacemos foco en una idea y trazamos el objetivo; la suerte es el resultado visible de las acciones que llevamos a cabo; y las casualidades no son tales, lo que ocurre es parte de un fenómeno llamado ‘sincronía’, que refiere a la aparición coincidente de uno o varios eventos que por fuerza de nuestra intención terminan manifestándose.
Hoy el mundo entero habla del empoderamiento de las personas +45, simbolizando la fuerza de un cambio global bajo un concepto e imagen poéticamente contundente: la ola plateada, el silver tsunami.
Quizás a muchos de nosotros nos provoca miedo imaginar la potencia de un movimiento de tal magnitud. Si nos apegamos a la idea del caos que forma parte de una transformación profunda, seguramente buscaremos agarrarnos con fuerza y permanecer en suelo firme. Pero si nos hacemos conscientes de que verdaderamente ese caos puede volverse una oportunidad para transformarnos, estaremos despertando nuestra capacidad adaptativa.
Y acá vale preguntarnos ¿Estamos preparados para ser parte de ese tsunami?
Cuando el cambio toca nuestra puerta, ´la flexibilidad’ se vuelve una llave maestra que puede abrirnos paso a un viaje de transformación. Tener una actitud elástica frente a los sucesos de la vida, nos permite encontrar la forma, el momento y el espacio adecuado para movernos. Y cuando nos movemos cambiamos la perspectiva, luego el enfoque y finalmente los resultados de nuestras acciones.
Transformarnos implica desarticular prejuicios y creencias que nos limitaron a sentir, pensar y expresar lo que era correcto para la cultura, la sociedad y los entornos en los que crecimos y nos desarrollamos. Esos hábitos de pensamiento y formas de actuar son las grandes resistencias que nos alejan del salto que necesitamos dar ¡y entonces debemos tener coraje!… pero más que nada convicción y deseos de ser quienes soñamos ser.
Es verdad que la fuerza de un tsunami nos pone patas arriba, pero cuando somos flexibles encontramos la mejor manera de movernos. Finalmente, todo resulta orgánico y liberador.
Esta nota es una invitación a recordarnos que, si ampliamos la mirada podremos ver el cuadro completo y encontrar la inspiración que nos ayude a reflexionar, jugar, sentir, pensar y finalmente responder una pregunta esencial: ¿quiero ser parte del gran cambio?
Si elegís ser protagonista prepárate… ¡StillJobs te sube a la ola!
